CUMBRE G20, TORONTO 26-27 JUNIO 2010
Documento Analítico Conclusivo
Considerando de que el Grupo G20 surgiera de la Reunión de los Ministros de Hacienda del G7 (26/9/99) en Berlín, y que posteriormente tuviera lugar otra Cumbre en Noviembre del 2008 en Washington que considerara la propuesta del Presidente Sarkozy para abordar la convulsión de los mercados globales, y las diferencias de criterio entre EEUU y UE sobre las reformas que habrían de tratarse, y que la posterior Cumbre de Londres en Abril 2009, ya con la presencia del Presidente Obama, reconociendo la enorme responsabilidad norteamericana en el origen del desastre económico actual y que luego la Cumbre de Pittsburgh en Septiembre 2009 decidiera que se debía sacar al mundo de la situación en que se encontraba, y que a todo ello le siguiera la Cumbre de Toronto en Junio 2010, es realmente preocupante concluir por el momento que las divergencias no fueron superadas, que la crisis sigue y en crecimiento por su camino, que las reuniones de Huntsville no produjeron virtualmente nada entre priorizar el crecimiento o aplicar austeros planes de ajuste, que China hizo un esfuerzo laudable al actualizar el valor del yuan, a esta altura de los acontecimientos no se visualizan otros factores que por el momento pudieran mejorar y optimizar las posibilidades del futuro inmediato en la materia, conforme nuestro análisis interpretativo.
Este cuadro se sitúa con crudeza mientras economistas como Paul Krugman encuentran temeroso que nuestro mundo se podría precipitar como consecuencia, ya en las primeras etapas de una Tercera Depresión. Para el habitante común las recesiones económicas pueden ser entendibles, pero como las depresiones son más infrecuentes, quizás le resulte fácil no entenderlas. Las depresiones constituyen desastres económicos enmarcados por ingentes deflaciones e inestabilidades que producen generalmente un desajuste generalizado en la economía de los países con producción de desempleo masivo y seguido de crisis financieras. De producirse este fenómeno en nuestro mundo actual, las consecuencias serían trágicas y de muy alto costo, sobre todo teniendo en cuenta que se produciría por inhabilidad y errores de procedimientos políticos que no llegan a distinguir entre los efectos de la inflación, cuando el peligro real está constituido por la deflación, conforme las opiniones más autorizadas. El gasto, las disparadas de los presupuestos, las imprudencias financieras y crediticias, la ligereza de las políticas bancarias, y sobre todo el equilibrio y responsabilidad de los funcionarios gubernamentales, no debiera permitir la posibilidad de una depresión mundial. El desempleo, el despilfarro, la imperfección planificadora de los gobiernos y la desactualización y ausencia de concientización en muchos funcionarios, podrá dar lugar realmente a más desempleo, a más sufrimiento de las familias y a más imperfección social para los más necesitados?.
Nuestra Argentina no escapa de este cuadro, ni de lo que pasa en Grecia, Europa o los EEUU, pero nuestros gobiernos podrán entrar en una rebaja de gastos innecesarios, en una transferencia más productiva en beneficio de los necesitados, y fundamentalmente en una austeridad fiscal inmediata, por más que nuestro país no se encuentre aún por suerte en este vertiginoso inicio de tragedia?.
Los niveles de conducción en todos los órdenes deben dar el ejemplo de austeridad, modestia, olvido de pompas, de reducción de viajes y gastos de protocolo, de despachos oficinescos excesivos, gastos todos evitables y no imprescindibles, de manera de aportar de menor a mayor para toda la escala social!. Pongámonos en el oficio, no únicamente en nivel gubernamental, sino todo ello extensivo a niveles empresariales y en la misma economía familiar, luego será tarde!!.
Fuentes: El País – Financial Times – The New York Times
Dr. ROBERTO A. IBARGUREN - Inv. Asoc.
Grad. AGUSTINA JUÁREZ
Salta, Martes 29 de Junio 2010
www.ucasal.net/iaei/
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